
Socialización:
donde un simple gatito se convierte en un compañero para toda la vida
Para nosotros, la socialización no es una “fase”.
Es una filosofía de vida… con bigotes.
En las primeras semanas de un gatito pasa algo mágico:
el mundo se abre.
Con olores, voces, caricias, ruidos…
¡y sí, también con el rugido del aspirador!
Y justo ahí empieza nuestro trabajo:
con paciencia, con atención…
y con una sonrisa en la cara (y a veces, un gato en la cabeza).
Nuestros gatitos crecen en una casa llena de vida
Con niños que ríen,
con otros gatos que enseñan,
a veces con un perro que no sabe qué hacer con tanta suavidad,
con puertas que suenan,
y música que un día es Mozart y otro día… Mía.
Aprenden que la vida es colorida.
Y que no hay nada que no se pueda manejar
con un poco de confianza (y alguna croqueta).
Pero la socialización no termina al cruzar la puerta
La parte más emocionante empieza cuando el gatito llega a su nuevo hogar: el tuyo.
Y ahí seguimos contigo, como parte del equipo, con consejos y apoyo.
Te acompañamos con cariño para que se adapte:
* A otros animales en casa
* A los primeros paseos con arnés (sí, ¡es posible! con calma y buen humor)
* A los viajes en coche sin drama, sin gritos… y, con suerte, ¡con ronroneo!
Porque…
¿Qué importa tener el mejor pedigrí del mundo,
si el gato cree que el aspirador es el fin del universo?
Un carácter tranquilo, confiado y alegre
es el mejor regalo que podemos darle a nuestras familias.
Y al final del día…
…si tienes un gatito en el regazo
que no solo es guapo,
sino que también confía en ti,
sabes que todo ha valido la pena.
Y nosotros también lo sabemos.
Y nos decimos, con un poco de orgullo (y mucho amor):
“Lo hicimos bien.
Y tal vez… hasta un poquito genial.”
