
Nuestros gatos de cría – responsabilidad con corazón
Para nosotros, cada gata no es una “reproductora”.
Es una personalidad. Una amiga de pasos suaves.
Un miembro de la familia.
Y sí… una reina por un tiempo.
Porque en nuestro hogar, la maternidad no es para siempre.
Aquí no se dice “otra camada”, sino:
“Es hora de la merecida jubilación con sofá incluido.”
Nuestra filosofía empieza donde termina el protocolo
— y comienza el cariño.
* Ninguna gata es cubierta antes de los 18 meses de vida.
Antes de eso, toca jugar, crecer y hacer tonterías.
* Entre una camada y otra hay mínimo 8 a 12 meses de descanso.
Para recuperar fuerzas, estirarse al sol, y volver a ser solo gata.
* Después de 3 o 4 camadas como máximo, nuestras chicas se retiran.
Con un hogar elegido con mimo, con amor y con muchos cojines blanditos.
Primero calidad. Luego cantidad. Siempre conciencia.
Nos tomamos esta labor muy en serio.
Por ellas. Por sus futuros gatitos. Y por las familias que los esperan.
Por eso, en nuestra cría:
* No se admiten gatos con alteraciones genéticas
* No buscamos rasgos extremos o de moda, si comprometen su bienestar
* ¿Coeficiente de consanguinidad? Lo calculamos y lo evitamos
* Las parejas se eligen con planificación y respeto
* Si algún gato presenta un defecto grave:
se castra sin dudar — aunque nos duela decir adiós a un sueño de cría.
Su salud es más importante que cualquier plan.
Registro oficial y compromiso real
Nuestro criadero “Ragdoll of Vienna Spirit”
está registrado oficialmente en la ciudad de Viena,
cumpliendo con los estándares del § 24a Abs. 4 Z 2 de la Ley de Protección Animal.
Todo legal. Todo ético. Todo con alma.
Criamos con cercanía, no con números.
Nuestra base es una mirada felina que dice:
“Confío en ti.”
Y todo lo que eso implica.
Cada gata que ha vivido con nosotros ha dejado huella:
Nos ha dado gatitos que han abierto corazones.
Nos ha mostrado cuánta elegancia, fuerza y ternura
pueden caber en un solo cuerpo peludo.
Estamos agradecidos por cada minuto con ellas.
Y tratamos de devolverles esa gratitud:
Con cuidado. Con respeto. Con límites claros.
Y con un “no” amoroso cuando ya es suficiente.
Porque criar no es tener más.
Es saber cuándo soltar. Y hacerlo con amor.


